Se dice que toda película necesita un buen villano. Aunque esto no es cierto en todos los casos, algunos géneros e historias si requieren de esta figura no siempre fácil de construir.

Al hacer «en busca del arca perdida´´, Spielberg dio con los villanos perfectos: los nazis. ¿Por qué funcionan tan bien? Simplemente porque están tan fijados en el imaginario colectivo como enemigos que no se necesita construir nada más.

Simplemente, son los nazis. Lo mismo podría decirse de sus primos hermanos, los fascistas.

No obstante, algunos escritores han optado por dar algo más de profundidad psicológica a este tipo de personajes. Aunque no siempre los resultados han sido óptimos, voy a centrarme en un caso que sí me parece bien hecho.

Hablo de el capitán Vidal de el laberinto del fauno.

Magníficamente interpretado por Sergi López, este personaje cumple la función de ser odiado por la audiencia desde el primer minuto en que aparece. Es cruel, sádico, violento, mal marido, mal padrastro, intransigente y fascista.

La película podría haberse quedado ahí. Sin embargo, analizando un poco más se puede ver que el personaje tiene más capas de las que parece en un primer visionado.

Para empezar, por difícil que parezca, Guillermo del Toro en su guion le da una única cualidad positiva: es valiente.

Al contrario que otros villanos, que solo muestran coraje cuando están en superioridad numérica, Vidal afronta su muerte a manos de los maquis al final de la película con entereza y dignidad. No grita, ni se derrumba, ni suplica por su vida.

También, en una escena anterior, puede verse cómo conduce a sus hombres durante un tiroteo en el monte, pidiéndoles que no tengan miedo porque «es la única manera decente de morir´´.

Ideológicamente queda muy bien definido como alguien que primero tiene su bandera, y luego piensa. Esto queda claro en una de las mejores escenas de la película, donde comparte protagonismo con el doctor Ferreiro (interpretado por Alex Ángulo).

En esta escena, Vidal acaba de descubrir que el doctor ayudaba a los maquis. Sin embargo, el conflicto principal entre ellos no tiene que ver con esto, sino con la decisión del médico de ayudar a morir a un prisionero en vez de mantenerlo con vida como le habían ordenado.

Al descubrir que alguien le ha desobedecido, priorizando la compasión por un hombre herido y moribundo a el cumplimiento de una orden, Vidal se encuentra con su opuesto: alguien que piensa antes de tener su bandera.

Es por ello que no puede reaccionar con palabras, solo disparando contra el doctor. Este muere, pero obteniendo una victoria moral e ideológica.

Sus últimas palabras no pueden resumirlo mejor: «obedecer por obedecer, así, sin pensar. Eso solo lo hacen gentes como usted, capitán´´.

Otro punto importante del personaje es su obsesión por su hijo, aún no nacido al principio de la película. Vidal prioriza la vida de este por encima de la de su madre, Carmen (Ariadna Gil) si el parto se complica, y se muestra convencido desde el principio de que será un varón.

En una escena posterior, conocemos la historia de su padre: murió en el campo de batalla, y rompió su reloj para que quedara grabada la hora de su muerte y su hijo, al recibirlo, supiera cómo y cuándo murió.

Vidal se muestra obsesionado con hacer esto mismo con su hijo, que ese reloj sea su legado. Esta transmisión del mal de padres a hijos muestra cómo el guion de la película ya hablaba de patriarcado antes de que el término saltara a la cultura popular.

Es por ello que la verdadera derrota del personaje al final de la película no viene de su muerte, sino de la frase que el personaje de Mercedes (Maribel Verdú) le dice justo antes de que sea despachado de un tiro: «tu hijo ni siquiera sabrá tu nombre´´.

Antes de ello, en una escena que puede pasar desapercibida en un primer visionado, del Toro nos muestra a Vidal afeitándose frente a un espejo. En un momento determinado, coloca la navaja frente a este, y hace el gesto de rajarse el cuello.

Es una escena sutil y poderosa, porque deja una pregunta incómoda flotando: ¿y si alguien hubiera hecho por él lo mismo que hacen con su hijo al final de la película?

Dejando de lado a las criaturas fantásticas que aparecen en la cinta, Vidal es el personaje más memorable porque demuestra que los monstruos, muchas veces, no necesitan garras ni colmillos para ser aterradores.

Los verdaderos monstruos, muchas veces, son humanos. Justo por eso, dan miedo.

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Una respuesta a “Fundido a negro: El villano”

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